Europa y Latinoamérica se acercan con la firma del Tratado de Libre Comercio después de 24 años de negociaciones. Ambos bloques se dan la mano en un pacto sin precedentes que deja en evidencia a Estados Unidos y China, las dos potencias mundiales empeñadas en una guerra comercial que nos empobrece a todos, enfrentando a la comunidad internacional en defensa de sus intereses particulares.
Vengo insistiendo en la necesidad de que la UE se revitalice en torno a una idea simple: recobrar la senda de crecimiento sostenible mediante la unión con el mercado latinoamericano, situando a España en el centro de ese crecimiento como puente entre ambos continentes. También me he referido a la necesidad de que Europa recupere su relevancia geopolítica para que actúe como elemento de distensión y de equilibrio ante la escalada de tensión. Con el Tratado de Libre Comercio con Mercosur, Europa pasaría a ser la zona mundial con mayor PIB, más que EEUU, y con ello podría ejercer nuevamente una importante y decisiva influencia internacional (v. gráfico). Este acuerdo también puede considerarse como la piedra fundacional para el renacimiento de la Comunidad Iberoamericana; primero con la integración económica y, luego, con la integración política. Y, por qué no, algún día con la integración social, debido a los irrenunciables lazos históricos entre Europa y Latinoamérica, especialmente con España y Portugal.