Siendo uno de los pocos representantes de medios de comunicación extranjeros invitados a este acto oficial, en el que Iván Duque el nuevo inquilino de la Casa de Nariño recibió la banda presidencial ante numerosos presidentes y delegados de la comunidad internacional, la mayoría de ellos mandatarios latinoamericanos, testigos en la emblemática Plaza Bolívar, en pleno corazón de Bogotá, de la consagración de un político que se reivindica como líder de una nueva generación, llamada a superar la polarización entre derecha e izquierda, en un país cuyo principal desafío es afrontar el reto de la paz y el desarrollo.
Conocí a Iván Duque a primeros de año en Madrid, con motivo de la presentación de su programa electoral y su visión de Colombia en el prestigioso Nueva Economía Fórum. Fue el 18 de enero en el hotel Ritz. Entonces nadie se habría atrevido a vaticinar su gran éxito político. Cuando estreché su mano vi a un joven ambicioso que a sus 42 años evidenciaba una preparación excelente y unas maneras exquisitas. Me llamó la atención su mirada sincera, su sonrisa abierta, la calidez de su verbo y la firmeza de sus convicciones. Un perfil nada habitual en tiempos de crisis global, en los que la corrupción se erige en el principal déficit democrático, reduciendo la noble misión de servicio público que entraña la vocación política a un arma arrojadiza para la confrontación partidista. Un político de raza capaz de protagonizar el cambio bajo las premisas de legalidad, emprendimiento y equidad.
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https://www.cambio16.com/jorge-neri-impulsa-el-periodismo-de-calidad-en-colombia/